Tengo una prima, una de esas que era una sirenita de lo buena
que estaba, caderas que paraban el tránsito, o al menos dos o tres carros y
motoristas, y una cara de ángel que volvía lujurioso hasta el hombre devoto a Dios.
De tantos dulces y maltratos, de la sirenita Ariel, mi prima
se convirtió en la bruja Úrsula. ¡Qué mala se ha puesto por Dios!
No sé qué le hizo a la madre de las celulitis, pero ellas se han ensañado con especial alevosía en sus mulos y nalgas. Las tetas, donde antes estaban, hoy solo quedan unas flechas apuntando hacia abajo.
No sé qué le hizo a la madre de las celulitis, pero ellas se han ensañado con especial alevosía en sus mulos y nalgas. Las tetas, donde antes estaban, hoy solo quedan unas flechas apuntando hacia abajo.
Pero eso sí, orgullosa se pone sus blusas cortas, sus pantalones y jeans bien pegaditos, y pa la calle.
Así hay muchas recordando el Poema de Rubén Darío "Juventud, juventud, divino tesoro, te vas para no volver..."
ResponderEliminarEl problema no es la edad, sino vivirla.... y ella la vive. Gracias por comentar
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