14 de noviembre de 2014

Amor maduro


No sé si fue el día en que me tiraste un peo a la cara. Quizás cuando despertaste a mi lado con el pelo lleno de artilugios, o la ocasión que amaneciste con la braguita cómoda, esa de “estar en casa”, la que tiene un par de huecos.

Puede que haya sido la ocasión que se me olvidó cepillarme los dientes y te di un GRAN beso, o esos días en que mi cuerpo se peló a muerte con la maquinilla de afeitar.


Solo sé que terminamos la etapa de cortejo, ahora disfrutamos de un amor maduro.

4 de noviembre de 2014

Pan con croqueta sin "cola"


Caminaba por la calle, pensando en las musarañas, como siempre, no sé por qué pero he descubierto que desandar es un buen momento para reflexionar...

Caminaba, tratando no escuchar nada, y a la vez tratando de verlo todo. 

Pasaba cerca de unas carpas, donde se venden alimentos ligeros, y me sorprendió un ingenioso pregón: "Pan con croqueta sin cola".

El primer hecho insólito es el pregón, pues este está casi limitado a la venta ambulante, a no ser que en la actualización del modelo económico cubano se perfeccione el trabajo estatal y ahora sea requisito pregonar en las instalaciones no privadas... lo dudo. 

La segunda sorpresa es mi ingenuidad. ¿Será un nuevo tipo de condimento? O peor, ¿se venden croquetas sin ese nuevo condimento, llamado “cola”?

Pero mi ingenuidad, de la cual me enorgullezco porque me controla la maldad, me jugó una mala pasada esta vez.

¿Será croqueta de cola de algún animal? ¿De pescado sin cola, por ejemplo? ¿La cola del animal sabe diferentes al resto del cuerpo? ¿Producirá la cola de los animales alguna enfermedad rara? Pensé en la cola de pescado que se comió mi gata…

Mi imaginación volaba, buscaba explicaciones a la simpleza de un pregón. Tuve que preguntar.

¿No te das cuenta? Me dijo la vendedora, muy joven y con voz dulce. ¿Serás acaso tan comemierda? ¿No vez que no hay cola?

Me dejó sin palabras, ojalá y ese mismo esfuerzo para crear un pregón llamativo lo invirtiera en amabilidad.


Yo, urgentemente, tengo que invertir en un poco de maldad. 

2 de noviembre de 2014

Golpe de estado al glamur


Cuando despertó se quitó la crema de la cara. Preparó unas rodajas de pepino y se las colocó en los ojos para refrescarlos. Todo cuidado era poco, tenía en la tarde una fiesta familiar de quince. Aquello se anunciaba como el evento social del año más importante en Santiago de Cuba.

Ya desde el día anterior había comenzado la preparación. Cuando llegó la invitación, venía con ella un “programa”. Entrada al salón 6 y 30 con un refrigerio. De 6 y 30 a 7 y 30, espectáculo. De 7 y 30 a 8 y 30, cena. De 8 y 30 a 9 y 30, ceremonia. De 9 y 30 a 10 y 30, postre. De 10 y 30, a 2 de la mañana, bailable.

Llegó la hora de salir. Ya había separado los 10 pesos del motor, los zapatos ya le había pasado un plumón para enmascarar los arañazos, y los había pegado con el pegamento de carro que usaba el tío.

Tenía lista la cartera, esa que tiene un rotico pero se disimula si no le das la vuelta. En el pelo no había quedado vivo ni un rizo. Se colocó la cadena de su prima, el collar de su abuela y los pendientes de su madre.

Estaba en la calle, frente a su casa, lista para coger un motor. Reía cuando la piropeaban, se imaginaba la envidia de las vecinas por esos zapatos que llevaba, y la admiración de los hombres. No sabían que estaba al punto de gritar.

Escogió el motor y el motorista. Tenía que ser joven y con una buena máquina. Se acomodó el caso.

De pronto un grito, el de su abuela.

¡Mi niña! Coge este “culbalsito”* pa´que me traigas lo que dejes del bufé.

*En la región oriental de Cuba se le llama cubalse a las bolsas plásticas.







Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...