31 de julio de 2013

quimbombó verde



Quimbombó: espantado y ostinado de tanto periodismo, me refugio en ti. Tengo fe en la Ley de Prensa y en el próximo Congreso de la UPEC.

                                 - Firma periodista recién salido de la guardia obrera 

Quentin Tarantino, ¿te vienes o no?






¡Si vienes hoy, me traes una película de Quentin Tarantino! Así me recibió hoy mi Venus en llama cuando hablamos por teléfono, claro está, con unas gotas de amor y una voz cariñosa, esa que disfraza muy bien algunas pizcas de descontento y reclamo, y que las mujeres conocen muy bien.

Y tiene razón. Este es un post para eximirla de posibles malos juicios, aunque agradezco que este blog no supere las 100 visitas diarias y los 10 seguidores en Facebook. (LOL)

Me explico (y esto va para ti, mi Venus en llama, cuando me vuelvas a robar el tecleado y buscar este blog…) no eres tonta porque te gustan las películas románticas, lo serías si no quisieras poesías en tu vida. ¿En serio pretendes decirme que no te gusta dormir en aire acondicionado, en Santiago de Cuba, con el calor que hace? ¿En serio? Eso no lo cree ni tu madre. Me gusta que quieras ver Kill Bill, de la misma forma que quiero ver a Sandra Bullock, eso significa que nos estamos domesticando, y eso no es malo. 

Para concluir dos mensajes. Compañera de blog ya se acabó la babosada… y Venus en llama, deja la bobería que esto es ficción, quítate la ropa y hagamos el amor, cuando lleguemos a viejos, que no todo esté en su lugar o funcione muy bien, tiempo de sobra tendremos para pelearnos…

29 de julio de 2013

Adiós a Quentin Tarantino





Me encantan las películas de Quentin Tarantino, parecen surrealistas, tiene una edición que sería difícil cogerle un salto de imagen. Los filmes de Almodóvar también me apasionan, por esa capacidad de reflejar temáticas sociales fuertes, llevadas a la clase media. Y qué decir de Tom Hanks, comentarlo sería profanar su trabajo.

Pero mi Venus en llama se pone en llama cada vez que le salgo con una peliculita “metra trancosa”, como dice ella, que está hasta la coronilla que le hable de “cine de autor”, me reclama, y siempre me recuerda que soy periodista apasionado por el tema de la ciencia, y no el conductor de Cuadro a Cuadro. 

Ahora le digo adiós a Quentin Tarantino, pero no lo hago con dolor, en realidad he descubierto que cualquier película, hasta Titanic y su mar de baba, sabe bien rica y calientica cuando me abraza mi Venus en llama.

Mi novia Kafka





Este post es sobre mi venus en llama, o sea, mi novia, y ya lo es porque ya he dado el gran salto: permití que usara el inodoro mientras me bañaba. ¿O quizás fue que le comenté cómo fue mi primera vez? Ahora que lo pienso, di dos saltos. O tres, porque le conté con cuántas mujeres estuve antes de conocerla, y peor aún, me dio la listas de sus exs. 


PD: ese último dato, si no conoce de antemano el pasado amoroso de su novia, mejor no pregunten, su autoestima podría sufrir danos irreparables.  


En fin, el motivo de este post. Mi novia se ha transformado en un ser que desconozco. Antes salíamos y no permitía que gastara mucho dinero, hoy es una exigencia llevar varios billetes en moneda cubana (CUP y CUC). Antes no me dejaba poner el aire acondicionado, porque es una puñalada directo al corazón, ahora no duerme con más de 25 grados Celsius. Incluso, ver pornografía no era malo, hoy es pecado capital.


¿Se estará acabando el amor, o apenas comienza?

28 de julio de 2013

Qué noche, la noche de anoche






Comenzamos con un buen vino, no por cliché, sino porque nos encanta el tinto. Seguimos con camarones, no porque sean afrodisiacos, sino porque los adoramos. Incluimos en la velada unas buenas ayacas, con empellitas de puerco, además de un arroz frito, con todo lo que lleva de verdad, un par de copitas de crema de vie, para entonar la noche, y unas ricas almejas, compradas en la bolsa negra.  

Ahorramos varios meses de salario y nos comimos unas fresas, acompañadas de unos buenos juegos eróticos, y cuando la cosas estaba en su punto, un buen chocolate, para incrementar el apetito sexual.

Qué noche, la noche de anoche, terminamos en el baño.  
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