29 de diciembre de 2014

Reflexiones infantiles: a tiempo


No escondo mi agrado por los cuentos, reflexiones y ocurrencias de los niños. Son como el cuento El Principito, muy ingenuas, e increíblemente profundas.

Esto sucedió hoy mismo, y realmente fue muy simpático, aunque a la vez, deja ver las características de los pequeños en Cuba, no por gusto se dice que su desarrollo, no se corresponde con lo que dicen los libros.

Resulta que estaban dos niñas jugando, una de ocho años, más menos, y la otra de cinco, aproximadamente.

La más grande le dijo a la más pequeña: ¿Tienes novio? ¿No? Pues apúrate, que en la secundaria tienes que tener un bebé.


* Secundaria en Cuba se corresponde al nivel de enseñanza que va desde los 12 años hasta los 15, más menos. 

28 de diciembre de 2014

Seducción banal


No entiendo una cosa: por qué los actores del exterior, digo, de La Habana, cuando interpretan un personaje oriental tienen que necesariamente hablar tan raro que a mí me resulta tan increíble (y a mucho orgullo son santiaguero) e inverosímil....

¿soy yo un despistado o desconectado de la sociedad "oriental" o el recurso de representar de esa manera los del interior, digo los no habaneros, se ha convertido en un cliché que a fuerza de pantallazo hemos legitimado como la representación del oriental?... No entiendo, pero mientras, veo caer seducidos por ese recurso tan banal a grandes actores a quienes admiro, como Alina Rodríguez y otros.....

Pintura Guajiros, de Eduardo Abela

26 de diciembre de 2014

La loca


Decían que ella estaba loca porque hablaba sola en la cocina.

¿Qué coño voy a cocinar hoy? ¡Qué ganas tengo de comer carne de res! ¿Cuándo llegará el pollo? ¿Qué coño pasa con las papas? ¿Tomates a 25 pesos la libra?, dentro de poco me como el helecho del patio....

Definitivamente todos tenemos de loco, no sé si de músico y poeta también. 

25 de diciembre de 2014

¿Qué vas a ser cuando seas grande?


Esa es una de las preguntas que más me ha intrigado en mi vida porque su respuesta es reflejo de la sociedad cubana y sus transformaciones.

Cuando me la hicieron a mí por primera vez tenía unos siete años. En ese entonces mis únicas preocupaciones eran ver los dibujos animados de las cinco y media de la tarde y las aventuras de las siete de la noche, también hacer la tarea temprano y rápido, que era la manera más efectiva que no me jodieran mucho. No preguntaba de dónde salía la comida o la ropa, y eso que era Cuba de los años iniciales de la década del ´90…

En aquel entonces respondía que quería ser “trenero”. ¿Trenero? Siempre me preguntaban y yo decía que sí, que TRENERO.

Ahhh…!!!!!!!! Ser ingeniero mecánico para arreglar los trenes. Yo, a la velocidad de un gato respondía. No, trenero, esos que frenan los trenes.

Claro que no sabía que la palabra era “retranquero”, yo solo pensaba en hacer cualquier cosa que no necesitara mucho estudio. Años más tarde desarrollé una extraña alergia al ejercicio físico, de ahí mi inclinación al oficio del periodismo…

Según me cuentan, después quise trabajar en el turismo (eso no lo recuerdo…), entonces era amigo de Julio, un cocinero que siempre me deleitaba con las historias de los productos que cocinaba y comía, también de aquellas cosas lindas que habían solo en los hoteles, y yo, tan glotón, me seducían sus anécdotas…

Pasó el tiempo, y con él aquellas tiernas respuestas. Hoy hago yo esa pregunta cuando me encuentro con mis sobrinos o hijos de amigos o familiares, y sus respuestas son capaces de asustarme.

Hace algunos años, me cuenta mi madre, ser médico era la máxima aspiración. O al menos esa era la ilusión de abuelos y abuelas. Los hombres de batas blancas era sinónimo de respeto y reconocimiento social.

Llegaron tiempos duros, y aquello de ser médico pasó de un sueño a casi una locura. Por supuesto en eso influyó aquella idea generalizada de la necesidad de visitar al doctor con “algo”, una cajita de comida, refrescos, un pedazo de pollo…

Imagínate, pobrecitos…. escuché decir en varias ocasiones. ¡No es fácil ser médico!
Mis sobrinos mayores son de esa época, es por eso que querían ser músicos, como su padre, y recorrer el mundo ¡y traer trajes de batman, de Yu Gi Oh…!

También de ese tiempo es una primita pequeña, “la bailarina”. Pero no del tipo de Alicia Alonso, ojalá. No, ella quiere ser “bailarina de Tropicana”, para tener un novio con motorina, “de las que tiene mi tío italiano”, me decía…

Creo que no es necesario comentar sus aspiraciones.

Ya por último está mi más reciente sobrino. Ya tiene edad para mentir y decir verdades inoportunas, o sea, ha madurado. Él quiere ser “médico”, así me respondió y yo creyéndolo la esperanza de mi mundo, esa de la que hablaba Martí, me aseguró “Yo quiero ser como Jorgito (el médico de la calle), yo quiero ir AFUERA”…


13 de diciembre de 2014

Gracias Osvaldo Doimeadiós!!!!!!!!!


Hace tan solo unos días reverdecí mis esperanzas de que existe un buen humor cubano, pálido, marchito, escondido en recovecos, pero ahí, sobreviviendo…

Fui al Teatro Heredia a ver un espectáculo de Osvaldo Doimeadiós. Fui, como quien va a lanzar los dados por última vez, y con ellos, se juega sus ilusiones.

Y aunque resulta exagerado, no era para menos. 

Mis últimas experiencias con el humor cubano han sido dolorosas (Paladines de la vulgaridad).

Por eso aposté por Doimeadiós, lo iba a convertir en el último adiós o en el hasta luego.

Quería ver esa infección que hoy corroe el arte de hacer reír en #Cuba, también había corrompido quien para mí es una de esos artistas que, de hacer un humor valioso, casi se ha convertido en un disidente, en una figura que nada contra la corriente, un personaje contracultural (si está bien empleada la palabra...), que se impone a la banalidad y la vulgaridad.

No soy crítico de arte, pero no hace falta serlo para ver que aún él (y ojalá y nadie me desmienta...) aún hace un buen arte, ese que te hace reír no instantáneamente, por no usar fórmulas fáciles, sino que te convierte en un repetidor de sus chistes, por lo bueno que están, que te permite llevar un niño al teatro o un anciano, y no tener que salir huyendo casi con un infarto...


Gracias Osvaldo Doimeadiós, usted me ha devuelto la esperanza de que un humor mejor, sí es posible. 

11 de diciembre de 2014

Martí, el hombre sin época


Martí es sin dudas el más universal de todos los cubanos, popularmente se dice que escribió de todo.

Sus defensores a ultranza aseguran que hubiese sido el Pulitzer cubano, mientras sus escritos martianos se han devenido veletas.

Comunistas, fidelistas, opositores del gobierno, proimperialistas, anexionistas, y pertenecientes a cualquier “ismo”, usan sus palabras: las han convertido en plastilina que cabe en cualquier oración.

Si bien existe cierta polémica sobre la frase “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”, yo, como buen cubano rellollo que soy, la asumo como del Apóstol.

Y a la vez vienen a mi sórdida, perezosa y podrida mente, ajena y esquiva a reflexiones serias, un pensamiento: ¿Será suficiente para el Maestro con participar en dos libros, tener sexo seguro y sembrar un árbol para hacer un bonsái?

1 de diciembre de 2014

Soledad




“Si hubiese sabido que tener una buena relación con Soledad era la solución, nunca me hubiesen inyectado sulfato de magnesio”, me comentó una amiga con una frialdad en el rostro que asustaba.  


“Cualquier secreto que le cuento, ella se lo traga”.


“SI tocan a la puerta, y le digo que no conteste, ella se queda más muda que una sorda”.


“Si lloro, ni me pregunta”.


“Coño, ¿por qué el siquiatra nunca me explicó que yo lo que tenía que hacer era llevarme bien con mi Soledad?”

Foto tomada de aquí
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