Me encantan las películas de Quentin Tarantino, parecen surrealistas,
tiene una edición que sería difícil cogerle un salto de imagen. Los filmes de
Almodóvar también me apasionan, por esa capacidad de reflejar temáticas sociales
fuertes, llevadas a la clase media. Y qué decir de Tom Hanks, comentarlo sería
profanar su trabajo.
Pero mi Venus en llama se pone en llama cada vez que le
salgo con una peliculita “metra trancosa”, como dice ella, que está hasta la coronilla que
le hable de “cine de autor”, me reclama, y siempre me recuerda que soy periodista apasionado por el tema de la ciencia, y no el conductor de Cuadro a Cuadro.
Ahora le digo adiós a Quentin Tarantino, pero no lo hago con
dolor, en realidad he descubierto que cualquier película, hasta Titanic y su mar de baba, sabe
bien rica y calientica cuando me abraza mi Venus en llama.
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