12 de agosto de 2013

La ducha




La ducha puede ser un invento diabólico, de eso no me cabe ninguna duda.

Un chorro fuerte, potente, que caiga desde una buena altura, puede ser la diferencia entre un buen baño y una experiencia desagradable. Pero esas mismas bondades pueden ser el final de un acto placentero.

¿No lo cree? Le cuento que la ducha de mi casa, ese mismo torrente de agua majestuoso y sabroso, justo antes de tener una maravillosa y caliente sesión de sexo, despertó a mi perro. Este comenzó a ladrar, pensando que golpeaban una pared.

Los ladridos arrebataron  a mi abuela de los brazos de Morfeo, y ella, perdida entre las altas horas y su edad, abrió la puerta de mi cuarto para saber qué pasaba.

¡Quién puede tener sexo, ejercicio maravilloso inspirado en la excitación y la imaginación, cuando se acaba de ver una señora de 83 años completamente desnuda, con todas las carnes fuera de lugar!

Aún está fresco el recuerdo de ver el pezón de su teta, la única que tiene, conversando con el ombligo.

6 comentarios:

  1. jajaja como me he reido con esto, pero de verdad me hubiera gustado saber cuál fue la reacción de tu abuela cuando los vio jejeje...

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  2. se tapó la cara, empezó a decir de todo por la boca.... y al otro día, la "famosa" conversación de la importancia de usar el preservativo y hasta ETC...

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  3. jajajaj , tu abuela tiene una sola teta? Eso no me quedo claro

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  4. jajajaja... confieso que el pequeño relato tiene hechos verídicos y un poquito de ficción.

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  5. buahh!!! ahora no podré tener sexo pensando en eso jajajaj

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