Desde que me avisaron hace cinco días ya sabía que la
próxima reunión iba a ser la misma mierda, con el mismo guión, una salsa con
los mismos condimentos.
La “presencia” que compartiría la reunión llegaría tarde,
como siempre, inventaría la misma justificación, como siempre, leería un
informe, como siempre, y al final leería las conclusiones donde haría una
relatoría enunciando lo que le diríamos en el encuentro, como siempre….
No hay sorpresas, no hay novedad, no hay dramaturgia ni
puntos de giros. Todos asentirían con la cabeza, todo se aprobaría por
unanimidad.
Los que duermen, dormirán; los que conversan, conversarán;
los que disfrutan la exaltación del “YO”, se harían una masturbación
intelectual; los que de antemano hablarían, hablarán, recitarán poemas,
estrofas aprendidas de memoria el día anterior en una reunión, quizás como
esta, con un guión similar.
Llegó el día, llego media hora antes, por disciplina, para
compartir los bretes con mis colegas, ese es el mejor momento de la reunión,
antes de empezar la reunión…
La “presencia” llegó tarde, como siempre… lee un informe,
habla de estrategias, proyecciones, metas por cumplir… y yo, atrás escribiendo
este post, esquivando miradas, haciéndome el interesado y en realidad estoy
enajenado, tratando de disfrutar el “show”, ese maldito programa que dan antes
de tu película preferida…
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