Aún está engavetado ese trabajo periodístico que no era “conveniente”
publicar. Mi amigo tiene ese manuscrito tirado en una caja, empolvado, porque
no era “ideológicamente correcto”. El artesano de la esquina retiró de su
puesto de venta las billeteras con la imagen del Ché, problemas de derecho de
autor. Mi sobrino, aún recuerda el bofetón de su madre el día que dijo su
primera mala palabra.
Censura, que como balas, tratamos de esquivar en la vida.
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