Eran las 3 y 50 am. Lo sé porque a pesar del sueño lo vi
bien claro en la pantalla de mi celular.
Presiento que fue antes que llegó el apagón, pero el calor
me despertó a esa hora, minutos después cuando sentí la ausencia del aire del
ventilador.
Eso pasó ayer, casi a la misma hora, y antier, a las 3 y 54 de
la madrugada. Pero también sucedió los dos días que le antecedieron. Tal parece que volvieron los viejos fantasmas de mi niñez...
No sé si es ajuste de la Empresa Eléctrica, una broma
macabra y de mal gusto, un hechizo de mi suegra o de la abuela de mi novia,
quizás una conspiración del gobierno de entrenar las mente y el cuerpo para que
la pereza no se apodere de nosotros este primero de mayo, y que nos impida
desfilar.
Solo sé que a esa hora, después de cagarme en los santos, en
la madre que me parió y en el panteón yoruba, vinieron a mi mente aquellos que
trajeron hasta mi televisor todos los muñequitos rusos.
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