Cuentan los libros que los egipcios regían sus vidas según
las crecidas de los ríos, y en la actualidad, me parece que los santiagueros
hemos adoptado esa costumbre.
Conozco de una directora que abandona la reunión más
importante cuando le “ponen” el agua en su casa.
Tengo una amiga que saca cuanto recipiente tenga a su
alcance y lo llena del preciado líquido siempre que se asoma la primera gota en
el grifo.
También está Leonel, quien asegura que está cruzado con
vampiro porque siempre le llega el agua en la madrugada, y a esa hora, a lavar,
limpiar, y hasta etc.
En medio de una intensa sequía, el tema del agua se ha
vuelto conversación obligada en la familia.
Sé de una donde sus miembros se rotan para “vigiar” la
llegada del líquido, también de otra que “planifican y presupuestan” comprar
una pipa cada dos semanas, y de una tercera, que de tanto “enterrar” barriles y
tanques, dentro de poco su hogar va a ser como una isla flotante maya.
Hay quienes aseguran, incluso, que el agua en el hogar se
puede reciclar y reusar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario