Los niños, como nadie, tienen la
bendita capacidad de ponernos incómodos. Nadie más, con un talento ingenuo e
innato, puede hacerlo.
Resulta que en la heladería me
topo a una mamá y su pequeña niña, de unos 8 años. El diálogo que reproduzco a
continuación, quizás con algunos detalles extraviados, conserva su esencia
perturbadora e inquietante.
- Mama, qué diferencia hay entre el
CUC y la plata cubana.
- El CUC es para comprar en la “shoping”
y la otra es con la que le pagan a tu papá.
- ¿Y cómo se puede comprar CUC pa
ir a la “shoping”?
- Se cambia en CADECA.
La niña, con cara de quien estaba
dándole vueltas al pastel pa comerse la flor de merengue, siguió preguntando.
- ¿Y cómo yo puedo tener CUC?
- Tienes que trabajar en ETECSA, en
la Empresa Eléctrica o de dependienta en una tienda, o puedes tener un novio
con plata, músico, que trabaje en un mercado agropecuario o que sea médico y se
vaya de misión.
- ¿Y mi papá tiene CUC?
- Él es profesor.
- Y entonces, ¿por qué tú no te
buscas un novio con CUC?
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