Si Sandy regresara se encontraría la antena del televisor
aún en el piso. No por vagancia, sino porque en el suelo se ve mejor mi
televisor Panda.
Si realmente regresara, también encontraría una familia más
preparada. Si me llamara por teléfono y me dijera que tocaría nuestra puerta,
antes saldría corriendo con Tula (mi perra) y Yumisisleidis (mi computadora),
cada una debajo de mis brazos, para casa de mi abuela. Claro, esa es de placa.
También hallaría a mi madre, aún histérica cada vez que
anuncian lluvia y vientos (eso no ha cambiado), pero también una mujer más
madura (como si eso fuera posible…. jajaja), capaz de hacer, nuevamente, varios
sacrificios por su familia. No lloraría, no, buscaría vasijas para almacenar
agua, las velas más baratas para alumbrar la noche, o incluso cocinaría (cosa
que no le gusta) para varias personas (cosa que le gusta mucho menos),
acompañada solo por tula y una larga e interminable noche, atestada de
silencio.
Si Sandy regresara, me encontraría en esta ocasión sin
celular, sin los mensajes a deshoras que me llegaban de los amigos. Pero
también a una persona que aprendió a valorar un poco más el precioso, frágil y
diminuto milagro de la vida, ese que casi pareció escapar, cuando tres árboles cayeron
sobre mi casa.
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