Ser cuentapropista (o mejor, dueño de un negocio particular
o privado) en Cuba, es como estar en una barriada llena de personas chismosas.
Planificación física, la vivienda y los inspectores siempre
tienen un brete entre ellos, unos hablan mal del otro, y uno nunca sabe cómo va
a quedar bien con todos. /jrlv
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