22 de enero de 2015

El antimorbo


Nunca he podido hacer el amor en la cama de mi madre. No por respeto exacerbado, sino porque en la cómoda tiene cuatro ojos sagrados que siempre están pendientes.


Una es una estampilla de la Virgen de la Caridad de El Cobre, que de tan vieja, ya casi se le ha borrado el color amarillo del oro del manto, y la otra es una talla de madera, casi irreconocible, pero ahí está, Cachita, de frente siempre a la cama…

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